Que la Iglesia enseñó la dignidad del trabajo manual; que ella suprimió la esclavitud y lucha contra su restauración actual, provocada por el capitalismo ateo; que los monjes enseñaron todos los oficios a la Europa cuando era bárbara, así como ahora los misioneros inician a los indios en la cultura y en el trabajo; que sólo la Iglesia pone en el trono real y pontificio del Vaticano a los hijos de los obreros; que ella fundó por primera vez las cooperativas de los gremios de artesanos; así como sostiene hoy los sindicatos industriales y agrícolas en Francia, Alemania, Austria y España, que las primeras escuelas gratuitas para los niños pobres fueron fundadas por los obispos y párrocos, así como ahora no son los socialistas, sino los católicos quienes sostienen asilos, colegios y escuelas para niños indigentes; que la Iglesia libró a la mujer de la esclavitud, del divorcio, del azote, del repudio y de la venta a que la condenaban las leyes antiguas; que los Papas y los Obispos dieron al pueblo el derecho a la pequeña propiedad, cuando todos los bienes pertenecían a los señores; que la Iglesia condenó siempre la usura y fundó el montepío para evitar que los usureros arruinaran a los pobres; que los gobernantes más amigos del pueblo han sido los que eran más católicos, como Carlo Magno, San Luis, García Moreno; que el Papa León XIII pidió el salario vital para todos los trabajadores; que el horario de ocho horas fue inventado por el rey católico Felipe II; que la Iglesia fundó, defendió y reconquistó muchas veces la verdadera libertad del pueblo.
Pbro. Dr. Julio R. Meinvielle
Boletín de Versailles, Año I, Nº 9, 6 de agosto de 1933, 2.[1]
[1] Agradecemos a la Junta de Estudios Históricos de Versailles que ha conservado este ejemplar, y que nos ha dejado escanearlo en su totalidad.