Saquemos a colación aquello de lo que todo el mundo quiere hablar. No. La exhortación apostólica postsinodal Querida Amazonia no tiene en cuenta en su texto, de modo explícito, la ordenación sacerdotal de viri probati –hombres casados, con toda probabilidad diáconos permanentes– en la región amazónica.
Muchas de las primeras reacciones al documento celebran como una victoria que no se haya introducido semejante innovación. Algunos lo atribuyen al libro del cardenal Sarah y el papa Benedicto. Otros, a una victoria del Espíritu Santo.
¡Pero no nos precipitemos!
Todo lo que nos preocupaba del documento final sigue ahí, sólo que astutamente disimulado. Ello obedece a que la exhortación en sí es una presentación magisterializada del documento final (enseguida lo explico esta palabra que me acabo de inventar).
En momentos como este hay que recordar la regla peronista. Recordemos también el juego, esos juegos engañosos de los estafadores callejeros. Con este pontificado en particular no debemos distraernos con lo que tenemos ante los ojos que no reparemos en lo que hace la otra mano del prestidigitador. Y en este caso la otra está tapando todo lo que nos preocupaba.
En las próximas semanas e incluso meses habrá otros temas que debatir, pero en el presente análisis me ceñiré al del celibato y ordenación sacerdotal.
Antes de proseguir, me gustaría facilitar enlaces a tres textos importantes relativos al asunto en cuestión: el documento final del Sínodo, titulado Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral; la exhortación apostólica postsinodal y, por último, el texto de las intervenciones oficiales en la conferencia de prensa en que se dio a conocer la exhortación.
¿Qué pasó con el texto filtrado?
El texto filtrado de una parte del documento, que según Roberto de Mattei habían recibido algunos obispos por adelantado, auguraba una exhortación claramente problemática. Se afirmaba que el texto en esencia repetía el párrafo 111 del documento final del Sínodo en lo relativo a la relajación del celibato:
Esto es lo que dice el párrafo 111 (las negritas son nuestras):
111. Muchas de las comunidades eclesiales del territorio amazónico tienen enormes dificultades para acceder a la Eucaristía. En ocasiones pasan no sólo meses sino, incluso, varios años antes de que un sacerdote pueda regresar a una comunidad para celebrar la Eucaristía, ofrecer el sacramento de la reconciliación o ungir a los enfermos de la comunidad. Apreciamos el celibato como un don de Dios (cf.Sacerdotalis Caelibatus, 1) en la medida que este don permite al discípulo misionero, ordenado al presbiterado, dedicarse plenamente al servicio del Pueblo Santo de Dios. Estimula la caridad pastoral y rezamos para que haya muchas vocaciones que vivan el sacerdocio célibe. Sabemos que esta disciplina “no es exigida por la naturaleza misma del sacerdocio” (PO 16), aunque tiene muchas razones de conveniencia con el mismo. En su encíclica sobre el celibato sacerdotal san Pablo VI mantuvo esta ley y expuso motivaciones teológicas, espirituales y pastorales que la sustentan. En 1992, la Exhortación Apostólica postsinodal de san Juan Pablo II sobre la formación sacerdotal confirmó esta tradición en la Iglesia latina (cf. PDV 29). Considerando que la legítima diversidad no daña la comunión y la unidad de la Iglesia, sino que la manifiesta y sirve (cf. LG 13; OE 6), lo que da testimonio de la pluralidad de ritos y disciplinas existentes, proponemos establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente, en el marco de la Lumen Gentium 26, de ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica. A este respecto, algunos se pronunciaron por un abordaje universal del tema.
Hoy podemos observar que este texto no aparece en la exhortación, ni ninguno que se le parezca.
De hecho, en el documento ni siquiera aparecen las palabras viri probati, ordenación ni celibato.
Pero eso no quiere decir que el problema esté resuelto.
Un camino laberíntico hacia unas soluciones no convenciones para la Amazonia.
La mayoría se había hecho a la idea de que hoy iba a leer otro texto. En circunstancias normales, sería una actitud razonable, pero en este caso no es posible. Desde el principio Francisco deja sentado que no sólo está presentando la exhortación, sino también el documento final del Sínodo. Y con el lenguaje ya mencionado en el párrafo 111.
Y desde los primeros párrafos de Querida Amazonia (las negritas son nuestras):
El sentido de esta Exhortación
2. Escuché las intervenciones durante el Sínodo y leí con interés las aportaciones de los círculos menores. Con esta Exhortación quiero expresar las resonancias que ha provocado en mí este camino de diálogo y discernimiento. No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento conclusivo. No pretendo ni reemplazarlo ni repetirlo. Sólo deseo aportar un breve marco de reflexión que encarne en la realidad amazónica una síntesis de algunas grandes preocupaciones que ya expresé en mis documentos anteriores y que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal.
3. Al mismo tiempo quiero presentar oficialmente ese Documento, que nos ofrece las conclusiones del Sínodo, en el cual han colaborado tantas personas que conocen mejor que yo y que la Curia romana la problemática de la Amazonia, porque viven en ella, la sufren y la aman con pasión. He preferido no citar ese Documento en esta Exhortación, porque invito a leerlo íntegramente.
El lenguaje del párrafo 111 no aparece en la exhortación porque no es necesario. Ya está en el documento final (lo mismo que cuando se vuelve al tema de la ordenación de mujeres diaconisas en el párrafo 103, aunque en este caso no se formula una propuesta concreta).
Para entender la importancia de esta promoción oficial del documento final respaldada por una exhortación hay que remontarse a la exhortación apostólica Episcopalis communio promulgada en 2018 por el papa Francisco (el mérito es de Tim Gordon, que me la recordó. Hasta esta mañana no me acordé de que yo había escrito un artículo sobre el tema.
Episcopalis communio expresaba la opinión del Pontífice, según la cual el sínodo de los obispos es «una de las herencias más valiosas del Concilio Vaticano II», y desde hace medio siglo las asambleas sinodales «no se han configurado solamente como un lugar privilegiado de interpretación y recepción del rico magisterio conciliar, sino que han contribuido también a dar un notable impulso al magisterio pontificio posterior».
Tras hablar del cometido y finalidad de los sínodos y del proceso sinodal, Francisco establece, a la luz del derecho canónico y de las consideraciones que expone en el documento, nuevas normas y procedimientos para reglamentar los sínodos y su labor.
El artículo 18, titulado Entrega del documento final al Romano Pontífice, es el argumento decisivo en cuanto al punto que tratamos hoy (las negritas son nuestras):
§ 1. Recibida la aprobación de los Miembros, el Documento final de la Asamblea es presentado al Romano Pontífice, que decide su publicación.
Si es aprobado expresamente por el Romano Pontífice, el Documento final participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro.
§ 2. Si el Romano Pontífice concede a la Asamblea del Sínodo potestad deliberativa, según norma del can. 343 del Código de derecho canónico, el Documento final participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro una vez ratificado y promulgado por él.
En este caso el Documento final es publicado con la firma del Romano Pontífice junto a la de los Miembros.
Dicho de otro modo: según el decreto pontifico de Epicospalis Communio, el documento final del Sínodo para la Amazonia «participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro».
Y la rueda de prensa de hoy confirma que así es como hay que entiende el Vaticano el documento final.
En su intervención de hoy, el recién nombrado cardenal Michael Czerny SJ, que ha declarado estar dispuesto a debatir la cuestión de la ordenación de mujeres y de viri probati, «aparte de la autoridad magistral formal, esta presentación oficial y el estímulo confieren al Documento Final una cierta autoridad moral» (las negritas son nuestras).
Autoridad magistral formal.
Nos vienen a decir que el propio documento final del Sínodo es lo que en realidad presentan ahora como documento con autoridad magisterial, con todas las sugerencias y planteamientos que deja sin resolver.
Czerny confirma que, en efecto, respondiendo a una pregunta de Sandro Magister en la conferencia de prensa, que todas las propuestas que aparecen en el documento final siguen siendo tema de discusión.
Conclusiones finales
Atando cabos, la conclusión es que no hay nada que celebrar. A los que estaban preocupados con el documento final se les ha dicho que ya forma parte del magisterio pontificio.
Uno de los prelados escogidos para presentar respondió sin tapujos que las propuestas siguen pendientes.
No se ha descartado ninguno de los temas del debate.
Es más, hasta los aspectos más controvertidos siguen siendo tema de estudio.
Diane Montagna, de LifeSiteNews, preguntó a monseñor Czerny por el tema de la ordenación femenina, cuestión mucho más preocupante que la de viri probati:
Lifesite: Eminencia, el orden sacerdotal es un sacramento. El diaconado es parte –y parte esencia– de dicho sacramento. ¿No es posible excluir la admisión de la mujer a las órdenes sagradas?
Monseñor Czerny: Eso se está estudiando.
DM: No es tema de estudio que la mujer acceda a las sagradas órdenes.
Czerny: Se está estudiando el diaconado femenino.
DM: Pero no en el sentido del Orden Sacerdotal.
Czerny: Habrá que ver el resultado del estudio.
Montagne sigue acosando con preguntas Czerny, pero él sigue negándose de forma concluyente que la ordenación de diaconisas está excluida. Y deja claro que Francisco está metido en ello: «El Santo Padre volverá a convocar la comisión para el diaconado –dice– y ya se verá qué sale de ahí».
Repito: no es una victoria. Ni con lo de los viri probati ni con ningún otro tema importante del Sínodo.
Desgraciadamente, esto sólo ha servido para que muchos bajen la guardia. Muchos dicen que podría haber sido peor, pero no puedo menos que advertirles que se mantengan alerta.
La cosa no ha terminado. Han dedicado años de trabajo para llegar a este punto. Que esos temas no aparezcan en la exhortación no quiere decir que los hayan abandonado.
Resistan.
Actualización:
En la sesión de preguntas de la rueda de prensa de hoy (no incluida en el texto oficial arriba referenciado), el cardenal Baldisseri afirma que el papa Francisco no aprobó expresamente el documento final del Sínodo, a pesar de que al principio de la exhortación había dicho: «Quiero presentar oficialmente este documento» y había invitado a todos a leerlo íntegramente.
Baldisseri dijo: «El documento final tiene autoridad moral pero carece de autoridad magisterial».
Afirmo tajantemente que han hecho trampa. Para empezar, el propio Baldisseri no parece estar muy seguro, y es posible que más tarde lo haya corregido Francisco. Aunque sólo lo haría en caso de que la ambigüedad resultara ineficaz.
Aunque yo diría que en tanto que Episcopalis communio no identifica un mecanismo de expresa aprobación se aplica en este caso. El Papa presenta oficialmente el documento y anima a todo el mundo a leerlo junto con la exhortación.
Si eso no es una aprobación, yo no sé qué será.
Steve Skojec
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)