Por mi ministerio, he tenido ocasión frecuente de tratar a testigos de Jehová. Les respeto y aprecio como personas, en algunos aspectos ejemplares, pero en modo alguno comparto sus deletéreas enseñanzas, que contradicen radicalmente la enseñanza nuclear de la Iglesia y de la fe cristiana de todos los siglos. Han hecho, hace poco, apropiación indebida del apelativo “CRISTIANO” induciendo a error y confusionismo, a personas poco formadas en su fe.
Cristiano es la persona – no solo que admite como modelo humano a Jesús – sino que cree en él como su Señor y Salvador, confesándolo como EL HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE. “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado y no creado, consubstancial al Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”.
Este y no otro es el dogma fundamental de la fe cristiana, esta es la fe de la Iglesia, por la que han muerto millares y millares de personas a lo largo de 20 siglos. Cualquiera que no confiese esta fe, “aunque fuese un ángel del cielo – como dice S. Pablo – no hay que hacerle caso y considerarlo como anatema”. La conclusión no puede ser más lógica e irrefutable: Sólo quien confiese que Cristo es
Dios, ES CRISTIANO.
PADRE MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN