Este es un reportaje que contiene buenas noticias ya que presenta pasajes de enseñanzas claras, sabias y muy bien informadas de un libro en forma de entrevista con un venerado cardenal de la Iglesia católica.
El cardenal Robert Sarah creció en el entorno de una vida muy simple en una de las aldeas más pequeñas de Guinea y padeció las enormes penurias, persecuciones y violencia de la dictadura marxista en ese país africano. Fue nombrado obispo de la Iglesia católica a la edad de treinta y cuatro años y continuó escalando en la jerarquía hasta llegar a ejercer una influencia considerable y, sin embargo, es hoy día uno de los cardenales más genuinamente humildes y espiritualmente centrados en el Vaticano.
Los años formativos de Sarah dejaron su huella en él impartiéndole una predisposición especial para comprender la corrupción y la manipulación, la importancia de una vida espiritual profunda y la necesidad de expresar la verdad indispensable de manera llana para sobreponernos a la maldad del mundo.
El libro más útil del cardenal Sarah, Dios o nada, una conversación acerca de la fe, se publicó en medio de la vorágine de confusión que azotaba a la Iglesia en el 2015. La entrevista de 284 páginas con el actual Prefecto de la Congregación para el Culto y la Disciplina Sacramental y antiguo superior del Concilio Pontificio Cor Unum, que supervisa en todo el mundo, además de ser una lectura sumamente amena es un tesoro de sabiduría, santidad y enseñanzas diáfanas carentes de toda ambigüedad acerca de asuntos actuales relacionados con la fe. No esquiva ningún tema por controvertido que sea.
El libro traza el inspirador trayecto de un hombre verdaderamente santo que se inicia con una vida sencilla en un poblado africano que culmina en la cúspide de la Iglesia católica con su nombramiento como cardenal. He estado leyendo el libro durante las últimas semanas y me ha dejado tan impresionado que incluyo enseguida algunos extractos para el provecho de los lectores de LifeSite. Estoy convencido de que encontrarán este compendio provechoso. Mejor aún, compre usted el libro.
Durante el sínodo de la familia de 2014 el cardenal Walter Kasper hizo una serie de declaraciones degradantes acerca de los cardenales africanos que en ese momento frustraban sus esfuerzos y los de otros por imponer cambios modernistas y relativistas en las enseñanzas medulares de la Iglesia.
En una grabación de la agencia de noticias Zenit Kasper comenta a un reportero que los «cardenales africanos no son quienes para decirnos qué debemos hacer» ya que son «muy diferentes, especialmente con respecto a los homosexuales». En la mente mucho de esto fue tanto como decir que «ellos son aún fieles mientras que nosotros somos europeos ya bien evolucionados, ya no creemos en esa morralla de la moralidad». Kasper no se arredró y aseveró que consideraba a los africanos como anticuados y carentes de luces.
Dios o nada revela que el cardenal Robert Sarah, uno de esos obispos africanos que abiertamente se opusieron a las propuestas de Kasper, es un príncipe de la Iglesia culto, informado, inteligente y sereno. El cardenal es una persona de porte humilde —parecido al muy santo y brillante papa Benedicto—, que conoce de sobra todas las artimañas del mundo y que por lo tanto siempre busca, al contrario de Kasper, mantener una conexión espiritual con el Señor para que este guíe todos sus pasos y sus palabras.
Después de leer Dios o nada es posible ver cuán equivocado está el cardenal Kasper acerca de la inteligencia y sabiduría de los cardenales africanos como Sarah.
Iniciaré la serie de extractos con una respuesta de Sarah a una de las preguntas iniciales de Nicholas Diat, su entrevistador: «En su opinión, ¿cuáles son hoy día los signos más preocupantes para el futuro de la Iglesia?». Todas las citas posteriores a la respuesta corresponden a otras respuestas cuyas preguntas resulta innecesario incluir.
Como cabeza de Cor Unum el cardenal Sarah presenció el escandaloso énfasis en la ideología política de izquierda en las agencias de asistencia internacional de la mayoría de las conferencias episcopales occidentales, tales como Desarrollo y Paz de Canadá y Catholic Relief Services de la conferencia estadounidense. Aunque existen muchas otras, como la agencia de los obispos alemanes, que se encuentran igualmente distanciados de su mandato de estar al servicio del Evangelio. Sarah llevó adelante medidas importantes para encausar una vez más a estas agencias a su misión católica.
En las siguientes citas se notarán, asimismo, respuestas a otras controversias que los lectores de LifeSite han encontrado en nuestros reportajes.
Cardenal Sarah (cada cita está precedida por el número de página de donde proviene).
- 112 – Existe una tendencia misionera que pone el acento en el compromiso a la lucha política, en el desarrollo socioeconómico: este enfoque hace una lectura diluida del evangelio y del anuncio de Jesús.
- 114 – El sacerdote que ha interiorizado su vida sacerdotal está deseoso de comunicar de modo comprensible su encuentro con Dios. Será capaz de hablar con sencillez. Algunos han intelectualizado y complicado tanto el mensaje cristiano que a buena parte del pueblo no le conmueve ni le interesa la enseñanza de la Iglesia.
- 115 – Los Padres de la Iglesia saben expresarse de forma conmovedora y eficaz para convertir a los pueblos a Cristo. Con frases llenas de sensibilidad y hermosas imágenes no hacen sino comunicar sus propias experiencias espirituales.
– Uno de los grandes problemas actuales reside en las ambigüedades o en las declaraciones personales acerca de aspectos doctrinales importantes que pueden conducir a opiniones equivocadas y peligrosas. Estos errores desorientan mucho a los fieles. A veces el clero y los teólogos ofrecen respuestas contradictorias a cuestiones muy importantes. Es imposible que al pueblo de Dios no le desconcierten comportamientos como estos. ¿Cómo van a estar seguros los bautizados de lo que es bueno o malo? La confusión en torno a la auténtica dirección a seguir es la enfermedad más grave de nuestra época.
– La Iglesia, nadando contracorriente del ambiente subjetivista, tiene que saber decir la verdad con humildad, respeto y claridad.
– Dios no nos ha pedido que creemos obras personales, sino que transmitamos la fe. Los hombres de Dios son transmisores, no intérpretes; son mensajeros fieles y administradores de los misterios cristianos. Mucho se le pedirá a quien mucho ha recibido.
116 – Los primeros misioneros nunca separaron el anuncio de la palabra de Dios, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad. Hoy tenemos tendencia a poner el acento en el compromiso sociopolítico y en el desarrollo económico, excluyendo la evangelización.
– Empleamos la doctrina social de la Iglesia de modo abusivo y sin entenderla bien, convirtiéndola en instrumento de una acción política.
117 – La Iglesia traicionaría a Jesús si se comprometiera activamente a la vida política.
130 – Las ideologías embrutecen, aplastan y destruyen a los hombres…
– El espíritu ideológico es lo contrario del espíritu evangélico. Por eso los sacerdotes que optan por seguir o propagar ideas políticas equivocan necesariamente el camino, al sacralizar lo que no deben. La ideología está por naturaleza desconectada de la realidad y es necesariamente fuente de división pues puede traer consigo una adhesión duradera entre los hombres que, para bien o para mal, siempre están anclados en lo real.
Acerca de la ideología de género (continúa en la misma página).
– Hoy [la Iglesia] debe hacer frente a la ideología de género, que Juan Pablo II no dudaba en calificar «nueva ideología del mal». De hecho, el género, fruto de la reflexión de los estructuralistas americanos, es un hijo malformado del pensamiento marxista. En su último libro, Memoria e identidad, Juan Pablo II escribía: «Pienso, por ejemplo, en las fuertes presiones del Parlamento Europeo para que las uniones homosexuales sean reconocidas como una forma de familia, a la que correspondería incluso el derecho de adopción. Es lícito e incluso necesario preguntarse si no sigue operando ahí una nueva ideología del mal, quizá más sutil y encubierta, que intenta aprovechar los derechos del hombre contra el hombre y contra la familia».
– La ideología de género transmite una burda mentira, ya que niega la realidad del ser humano como hombre y mujer. Los grupos de presión y los movimientos feministas lo promueven violentamente y se ha transformado rápidamente en una lucha contra el orden social y sus valores. Su objetivo no se detiene solo en la destrucción del sujeto: su principal interés es la destrucción del orden social. Se trata de sembrar la duda sobre la legitimidad de las normas sociales e introducir una sospecha en cuanto al modelo de la heterosexualidad; según [los proponentes de la teoría del] género, hay que eliminar la civilización cristiana y construir un nuevo mundo.
Steve Jalsevac
[Traducido por Enrique Treviño. Artículo original.]