El otro día comentaba con un amigo como se contagia entre las personas todo el lenguaje y expresiones chabacanas que salen en los distintos programas de televisión. Así por ejemplo, el risto de moda suelta la expresión, “esto no es bueno, lo siguiente” y ves a toda España y parte del extranjero utilizando en su conversación diaria lo que se convierte en la frase más “in” del momento. Un ejemplo más, “Mariloli no tiene filtro”, para decir que Mariloli, es lo que se señalaba antiguamente como una maleducada, una burda, una analfabeta o tonta, pero a día de hoy, las personas debemos ser como las cafeteras, con filtro o sin filtro.
Dicho esto que no son más que cuatro tonterías, pasamos a lo que me ha llevado a escribir este artículo. Algo tan trivial como las palabras que usamos en nuestro día a día, pueden provocar que la sensibilidad propia de un católico se vaya sustituyendo por un vocabulario 2030.
Los católicos somos parte del mundo, estamos en el mundo y nuestra misión no es otra que dar testimonio del reino de Dios. No vestimos según los cánones de una secta, ni nuestras expresiones comunes vienen en el catecismo pero sí que es importante que con nuestra forma de vida y de comunicar demos testimonio de lo que llevamos dentro. No pienso en un Jesús engolado y engominado utilizando expresiones que los apóstoles tuvieran que descifrar pero tampoco lo imagino utilizando un vocabulario soez mientras tomaba vino en las bodas de Caná.
Voy a centrar el artículo en una palabra de moda: “pareja”. El término “pareja” ha venido a sustituir a “novio”, “amante”, “matrimonio”, “amigos”.Hace unas semanas me llamaban por teléfono para hacerme una encuesta y en un momento determinado me preguntaron, “¿Vive usted sola o en pareja?” y yo le dije que casada y bien casada, con esposo, nada de pareja ni parejo. En cualquier cuestionario que tenemos que cubrir en estos momentos sale la palabra para diferenciar si vivimos solos o con alguien más.
Entre las acepciones de la RAE para el término “pareja” encontramos las siguientes definiciones: “Igual o semejante”: Conjunto de dos personas, animales o cosas que tienen entre sí alguna correlación o semejanza, y especialmente el formado por hombre y mujer”; “Persona que acompaña a otra en una actividad” . Todo esto es cierto e incuestionable pero lo que también es cierto e incuestionable es que en este siglo XXI en el que vivimos, se utiliza la palabra para darle el mismo valor a cualquier unión, ¿Es lo mismo una pareja de patos que una pareja de un hombre y una mujer que se unen bajo el sacramento del matrimonio? Los gobiernos intentan igualar estos derechos pero esperemos que la Iglesia mantenga el oremus porque una pareja de patos puede ser muy respetable pero no es lo mismo que un matrimonio cristiano. Esto que acabo de decir es aplicable a muchos otros ejemplos.
En nuestra sociedad española y posiblemente en la suya, que igual me lee desde otro país, nos encontramos con que a cualquier unión se le llama “pareja”. Aquello de “mamá, tengo un amigo especial” ha pasado a la historia y ahora hasta las mamás de las niñas de 15 años se refieren a estos amigos de sus hijas como “pareja”. Hace unas semanas me encontraba a un amigo católico que al hablarme de su hijo me dijo que él y su pareja estaban viviendo juntos en Madrid. Me quedé pensando a qué se referiría con eso de la pareja de su hijo, aún sin ser cotilla me generó curiosidad, ¿Se referiría a aquello que Julio Iglesias llamaba “amantes”? ¿Recuerdan la canción? “Amantes, para la gente somos sólo amantes, por vivir juntos sin estar casados, sin condiciones pero enamorados”. Y uno se queda sin saber si el hijo de su amigo está casado, tiene novia, amante o incluso, novio, amigo lo que sea…todo puede ser con el término “pareja”. A los católicos parece que ya nos da igual el tipo de unión, nos hemos mundanizado.
No sé si a ustedes, queridos lectores, les resulta tan ridículo como a mi todo este sinsentido y lo que es peor, el habernos dejado contagiar de un lenguaje propio de una casta política de izquierdas que nos quieren imponer que todas las relaciones son iguales. Es posible que para el gobierno sí, sin duda alguna, pero no para los que vivimos en católico. Nuestra hija puede vivir con su novio, pero no juguemos a la igualdad de términos porque después nos quejaremos de que nuestros hijos no se casen, ¿Para que lo van a hacer si, incluso en casa, los términos son comparables? Al padre ya le da igual que su hija esté casa o lo que se llamaba antes “arrejuntada”.
Les pregunto y les invito a la reflexión, ¿Es lo mismo una pareja de mus que un novio? ¿Es lo mismo una pareja de payasos que un marido y una mujer? ¿Es lo mismo una pareja de dos hombres que un matrimonio católico?
Les animo a que no se dejen contagiar de las Yolandas y Pedros y que recordemos lo que fue durante siglos la normalidad…mamá, papá he conocido a un chico que me gusta…mamá, papá, nos hemos hecho novios…mamá, papá, nos gustaría comprometernos…mamá, papá, me quiero casar…mamá, papá, Luis y Martita ya son un matrimonio católico…Y para finalizar, queridos, si Luis engaña a Martita, pasará a tener una amante… pero dejemos que el cuento termine bien: y fueron felices y comieron perdices, formaron un matrimonio católico hasta el cielo. Seamos normales y dejémonos de jugar a falsas modernidades que al fin y al cabo, son una horterada de parejas y parejos.