El eclipse de Dios en las tarjetas de Navidad

Apliquemos la memoria para constatar que unos de los signos visibles del eclipse de Dios en la sociedad actual lo vemos en la progresiva degeneración de las felicitaciones de navidad. No me refiero solo a que se sustituya el tradicional “feliz navidad” por el saludo secularizado de “felices fiestas” o la horterada mediática del papá Noel. Me refiero en este artículo a la deformación gráfica de las tarjetas navideñas durante un periodo histórico que comienza a fines del siglo pasado y se va consolidando en el actual. Veamos:

La tarjeta navideña tradicional siempre ha estado representada por el misterio de Belén, o sea, el nacimiento de Jesús y todo lo que rodea a ese gran momento: el anuncio de los ángeles a los pastores, la adoración de los magos de oriente, el primer plano de la cuna del salvador del mundo…

De repente aparecen otros motivos en las tarjetas navideñas. Ha entrado la unicef en liza con sus motivos naturales invernales y los mensajes de supuesta solidaridad de una institución supranacional que, sin menoscabar la tarea humanitaria que realiza, no deja de ser un instrumento de la ONU para secularizar la fe cristiana.

Luego empieza la moda de incluir en la tarjeta navideña, junto a imágenes religiosas, el rostro o recuerdos de los mismos que la envían. Por ejemplo la cara de los que escriben, o su casa, o enseres personales…de modo que la faceta única religiosa se va reduciendo poco a poco.

Más tarde se da otro paso secularizador: el primer plano de la tarjeta es ya la foto o imagen de los que la envían, y los motivos navideños ya son secundarios aunque aún aparecen. Recuerdo recibir una tarjeta de un matrimonio en pié y abajo en el suelo un nacimiento….

Y llegamos a la actualidad: la tarjeta navideña borra del todo la imagen religiosa y es ya 100% “humana”. Vemos las caras, o cuerpo entero, de los felicitadores, sin que aparezca ni el Niño Jesús ni su Santísima Madre ni san José ni los santos magos de oriente.

Es el eclipse de DIOS unido a la exaltación del ser humano. Es la idolatría antropocéntrica como consecuencia de la anulación de lo religioso. El ser humano felicita una “navidad” donde ya no se anuncia que nazca el niño Dios sino la implantación del hombre “divinizado”. Ya lo dijo el diablo el inicio (Génesis 3, 5) “seréis como Dios”. Pues en pleno siglo XXI este envite satánico se hace trágicamente real en la forma de felicitar la navidad, y además al llegar a este punto de forma gradual y no inmediata supone el acostumbramiento de una gran mayoría que asume como normal el anuncio del nacimiento de Jesús mostrando el eclipse del mismo Dios.

Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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