La conferencia episcopal de la región del Norte de África (CERNA) se reunió en Rabat (Marruecos) del 11 al 15 de este mes de enero y aprobó la declaración Fiduccia supplicans (ver aquí), afirmando que con respecto a la « práctica pastoral de las bendiciones », es posible darlas tanto a quienes las solicitan individualmente «con la correspondiente disposición de corazón » como a las personas « en situación irregular » que se reúnen solicitándola, siempre que ello « no cree confusión ni a los propios interesados ni a los demás ». La adopción de esta postura ha roto la unanimidad declarada en el comunicado firmado por el cardenal Fridolin Ambongo durante el simposio de las conferencias episcopales de África y Madagascar. En dicho documento, los prelados africanos manifiestan su clara oposición al del cardenal Víctor Manuel Fernández.
En un mensaje del pasado 6 de enero, el cardenal Sarah había animado a las conferencias episcopales nacionales y regionales a imitar el ejemplo de los obispos africanos: «Con esto –explicaba–, uno no se opone al Papa Francisco, sino que se opone firme y radicalmente a una herejía que mina gravemente a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, en cuanto contraria a la fe católica y a la Tradición». Monseñor Ambongo, que además de ser presidente de la Conferencia Episcopal Africana es miembro del grupo de cardenales (G9) que aconseja al Sumo Pontífice, reiteró en un encuentro celebrado el pasado día 16 con el papa Francisco y con el cardenal Fernández la oposición de los obispos africanos a toda forma de bendición de las desviaciones sexuales ().
El simposio de las conferencias episcopales de África y Madagascar abarca 35 conferencias episcopales regionales e interregionales, con un total de 660 obispos y 256 millones de fieles. Y se ha señalado acertadamente que los prelados del norte de África no son más de diez obispos repartidos entre cuatro países, y son casi todos europeos. Está presidida por el cardenal español Cristóbal López, que desde el 29 de diciembre de 2017 es arzobispo de Rabat.
Es inimaginable que cuando se ponen sobre el tapete cuestiones doctrinales se formen bloques continentales homogéneos: es más lógico suponer que se producirán fracturas. En este sentido, resulta mucho más significativa que la africana la grieta que se ha abierto a raíz de Fiduccia supplicans en el seno de lo que en los años del Concilio se llamó alianza europea, compuesta principalmente por los obispos de Alemania, Austria, Francia, Holanda, Bélgica y Suiza. Lo que motiva una seria reflexión es sobre todoa la brecha que se ha abierto entre los prelados belgas y los holandeses, teniendo en cuenta la afinidad histórica, lingüística, geográfica y cultural entre ambos países.
Los obispos de Bélgica han adoptado de hecho una postura favorable al documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en tanto que los prelados holandeses han expresado con prudencia y claridad su contrariedad, ya desde el mismo título de su comunicado del pasado 4 de enero: Respuesta a Fiducia supplicans. En concreto, ningún punto de la declaración de los obispos de Holanda menciona las parejas del mismo sexo ni las bendiciones; se limita a hablar de las oraciones que se habrían de ofrecer a las personas individualmente «para que puedan entender la voluntad de Dios para su ida y progresen espiritualmente». La Conferencia Episcopal de los Países Bajos se toma la molestia de utilizar los pronombres preciso en tercera persona para poner de relieve que el matrimonio sólo es posible entre un hombre y una mujer y es indisoluble, y que «las relaciones irregulares, sean las que sean, se topan con objeciones morales intrínsecas».
La Conferencia Episcopal Belga, actualmente presidida por el arzobispo Luc Terlinden, estuvo dirigida durante dieciocho años, entre 1961 y 1979, por el cardenal Leo Jozef Suenens, y más tarde –durante más de treinta años, de 1979 a 2010– por el cardenal Godfried Danneels (1933-2019). El cardenal primado de Bélgica, Léon Joseph Suenens (1904-1996), tuvo que hacer frente en 1968 a la reacción contra la encíclica Humanae vitae de Pablo VI. Cuando se retiró en 1979, Suenens designó como sucesor al arzobispo Godfried Danneels, que había sido consagrado por él y continuó su línea ultraprogresista. Monseñor Danneels, arzobispo de Malinas-Bruselas, fue el dirigente principal del grupo conocido como la Mafia de San Galo, la cual apoyó en dos cónclaves la candidatura del arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio. No lo consiguió en 2005, pero sí ocho años más tarde en 2013. A lo largo de un total de cincuenta años, la Iglesia belga estuvo guiada por dos cardenales que la dejaron devastada. Actualmente en el reino de Bélgica, catolicísimo en otros tiempos, los templos han sido abandonados y la primera religión del país es el islam. El 20 de septiembre de 2022, los obispos flamencos publicaron un documento que llevaba por título Proximidad pastoral para las personas homosexuales. Su portavoz, Geer de Kerpel, declaró el 19 de diciembre del mismo año al diario Het Nieuwsblad: «Se trata de un giro copernicano, porque proviene del más alto organismo de la Iglesia, y porque además dice explícitamente que las parejas del mismo sexo pueden recibir una bendición».
Muy distinto es el itinerario seguido por la Iglesia en los Países Bajos, donde se observan síntomas de un renacer en el marco de la actual descomposición del catolicismo europeo. La Conferencia Episcopal Holandesa, después de haber estado presidida por cardenales progresistas como Bernard Jan Alfrink (1966-1975) y Johannes Willebrands (1976-1983), desde 1983 y por deseo de Juan Pablo II ha sido dirigida por el cardenal Adrianus Johannes Simonis (1983-2008), el obispo Adrianus Herman van Luyn (2008-2011), el cardenal Willem Jacobus Ejick (2011-2016) y, desde 2016, por el obispo Johannes Harmannes Jozefus van den Hende
El cardenal Simonis fue nombrado por Juan Pablo II arzobispo de Utrecht precisamente para frenar la deriva secularista de la Iglesia holandesa. El cardenal Ejik, consagrado obispo de Groninga por el cardenal Simonis en 1999 y creado en 2007 por Benedicto XVI arzobispo metropolitano de Utrecht, es desde hace veinte años la figura dominante del episcopado holandés y uno de los eclesiásticos más prestigiosos de Europa. En 2021 participó en Roma en un encuentro internacional organizado por Voice of the Family sobre el tema Salud de los enfermos y salvación de las almas; Iglesia y sociedad en un periodo oscuro de nuestra historia con una intervención de gran espesor teológico y científico. Su programa puede resumirse en las siguientes palabras, pronunciadas el 6 de octubre de 2022 en Verona: «La nueva evangelización no puede suponer la adaptación del Evangelio a la cultura, ni siquiera la posmoderna, a la que desde luego no agradan muchos elementos de la Fe cristiana. Lo que tiene que suceder es lo contrario: es la cultura la que debe cristianizarse». Programa que es la antítesis de lo que propone la declaración Fiduccia supplicans, según la cual la Iglesia debería bendecir la descristianización de la sociedad contemporánea. El marcado contraste entre obispos y cardenales al interior de la Iglesia es ya una realidad innegable (). De todos modos, la polarización que está surgiendoserá un hecho positivo si da lugar a una aclaración doctrinal que podría tener su punto culminante en el próximo cónclave.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)