El siguiente resumen del artículo de nuestro columnista invitado, fue escrito para nosotros por un sacerdote diocesano recién ordenado, que escribe bajo el nombre de monsieur l’ Abbé:
Escribiendo en 1966, el poeta Inglés W. H. Auden advirtió sobre los peligros del uso de los medios de comunicación masiva de la Iglesia: «Estoy convencido de que la Iglesia no puede hacer uso de ellos sin falsear lo que ella representa» («La adoración de Dios en una era secular: algunas reflexiones»). Para Auden, el uso de la Iglesia de la televisión, la radio y los anuncios a mediados de siglo la convirtieron en banal, no en actual. Por desgracia, la lenta aceptación de estos diversos medios de comunicación ha demostrado que han hecho poco para ganar a la gente a la fe. ¿Hará alguna diferencia la puesta en marcha de una cuenta oficial de Instagram del Papa hoy?
Cuando la Iglesia misma invierte demasiado en las últimas tecnologías y los medios de comunicación social, Su mensaje se convierte en no más que otra voz en el desorden de los hashtags y la moderna auto- obsesión. Ahora que el «Papa de los selfies» está tanto en Twitter como en Instagram, su yuxtaposición con Kim Kardashian se ha completado. Como Auden señaló perceptivamente hace cincuenta años, esto sólo puede atenuar el mensaje de la Iglesia: «En el metro de Nueva York uno puede ver carteles que dicen: ‘Ve a la iglesia el próximo domingo, Vas a ser más rico por ello’. El efecto de esto, es poner ir a la iglesia en el mismo nivel que la compra de una determinada marca de cigarrillos o pasta de dientes».
El único medio de comunicación que tendrá éxito en la conversión del mundo es el mismo medio de comunicación que se empleó en el primer siglo: la verdad sin diluir del Evangelio y el celo de sus adherentes. La inmutable tradición y el patrimonio de la Iglesia son su mayor publicidad. Hoy vivimos en un mundo que está deslumbrado por la última novedad en un momento y preparado para sustituirla por otra en el siguiente instante. Cuando la inquietud en el corazón de la sociedad se vuelve demasiado difícil de soportar, la Iglesia será la única fuerza capaz de anclarla en una base firme.
Es decir, a menos que el Papa esté demasiado ocupado tomándose un selfie.
[Traducción de Rocío Salas. Artículo original]
