SI: el título de esta entrada sorprenderá a algunos…..quizás a muchos….pero, con el magisterio en la mano, ¿quien se atreve a afirmar que el Vaticano II propuso la sustitución del Gregoriano y el Órgano por la pachanga y el guitarreo junto a las palmas?….¿quien mantiene que el latín se ha de quitar de la liturgia para así «ir con los tiempos»?…..; a los que comulguen con ruedas de molino les vendrá muy bien refrescarse con estas citas del magisterio reciente de la Iglesia Católica:
– Ordenación General del Misal Romano (punto 41): En igualdad de condiciones hay que dar prioridad al canto gregoriano, al que se reserva un puesto de honor entre todos los demás como propio de la liturgia romana.
– Constitución Sacrosanctum Concilium (punto 116): Es IDÉNTICO al punto 41 de la ordenación. Y en el punto 54 se dice que: Procúrese que los fieles sean capaces de recitar o cantar juntos en LATÍN las partes del Ordinario de la Misa que les corresponden.
La Iglesia enseña que el canto gregoriano, y la música de órgano, ELEVAN el Espíritu hacia Dios, y esa enseñanza vale para todos los tiempos ya que DIOS es el mismo ayer, hoy y mañana. Y a la vez se recuerda que el LATÍN es signo claro de la universalidad (catolicidad) de la Iglesia de Cristo, y como tal ayuda al sentimiento de unión entre todos los bautizados con independencia de nuestra raza o nacionalidad.
No pocos se han creído que, desde la fidelidad al Concilio, la Misa ha de rebajarse en su sacralidad y solemnidad para hacer de ella una mera asamblea solidaria (horizontal) donde se ahogue al máximo toda realidad trascendente, y a la vez se procure que enganche sólo con una sensibilidad externa que «asegure» la perseverancia. Tras medio siglo de reiterada dinámica secularizadora, por los frutos se conoce fácilmente al árbol: abandono masivo de la Misa y conversión de ésta en una especie de concurso de originalidades consensuadas entre laicos, religiosos y clérigos.
Desde el respeto, y cariño, a la auténtica liturgia católica, celebremos al máximo con canto gregoriano, órgano y latín. y de esa manera la defección generalizada se irá convirtiendo en devoción recuperada.