Voceros mínimos para un personaje inquietante

Dejémosle, que hablarle sería en vano 

Pues nada entiende él de lengua alguna

Como tampoco a él nadie lo entiende

Infierno Divina Comedia canto XXXI   

Se ha hecho habitual que después de una nota, o  un discurso de Francisco, intervenga un grupo diverso y heterogéneo de voceros más o menos informales, que para citarlos de alguna manera llamaríamos los aclaradores, intérpretes mínimos  que sudan y hasta  es probable que alucinen dando explicaciones acerca de  lo que Francisco  quiso decir, aunque dijo  lo inverso; o lo que verdaderamente quiso hacer, que fue lo contrario de lo que hizo, o que el sentido de aquel gesto  “fue sacado de contexto” pero debería entenderse justamente al revés….

El asunto no es nuevo, porque al padre Bergoglio no se lo podría acusar de ser un entusiasta de la claridad, no señor, ni en sus mensajes, ni en sus obras, ni en sus silencios cuando se esperaba su palabra.

Basta repasar las homilías cuando arzobispo porteño, para sumergirse en una geografía ambigua hecha de conceptos entremezclados y oscuramente formulados, sembrados de palabras creadas para la ocasión que contribuían a profundizar  la confusión.

Hablando de claridad y pastoreo, recordamos aquella iniciativa suya declarando en Asamblea a la iglesia en nuestro país, prolongado y vivificante período de encuestas, debates e interminables formularios, que terminó como era esperar en nada, asamblea para nada.

Como olvidar, por ejemplo,  una de sus últimas apariciones porteñas. Sucedió en unas jornadas organizadas por   una conocida  ONG llamada pastoral social  – dedicada vaya uno a saber a que extraños menesteres.

En esa ocasión el invitado principal fue el padre Bergoglio y el tema elegido: “Pensar Buenos Aires en clave metropolitana”, solemne gansada como para que, de entrada nomás, nadie sospechara, ni de lejos, que la jornada tuviera algún sentido.

Al final del encuentro dijo el arzobispo: “La clave para el crecimiento del área metropolitana es la interacción y no podrá avanzar en esa organización si no empieza a pensar que la avenida General Paz es más importante que la 9 de Julio”.

Y siguió con otra aguda observación “dando gracias por el crecimiento de la militancia política (¿?) y social  luego de 15 años en que los jóvenes estaban planchados”.

Y más adelante “Es una gracia, un logro, una oportunidad histórica” (sic) se necesita dijo: “un saneamiento de las actitudes, para no tirar todo al montón”, y aseguró que “este camino del saneamiento no se logra con organizaciones enclaustradas”, por lo que exhortó a “ir desde lo estático a lo dinámico, creando espacios de proximidad y de diálogo”.

Pero tal vez el punto alto de este arrebato metafísico, asoma después de la frase donde introduce la sugestiva teoría del amuchamiento: “El amuchamiento apelmaza y aplasta, en cambio la organización empuja a crecer, a caminar, a ir hacia adelante”.

También intervino el director de Pastoral Social, Carlos Accaputo, – integrante además del grupo de aclaradores – que destacó: “el pueblo transciende el límite de las jurisdicciones, ese sentirse parte y no de fragmentos que se organizan cada uno mirándose el obligo….

La inquietante, por no decir  la funesta intriga que desde Aparecida, quizá desde antes, culminó con Bergoglio en el papado, fue en buena parte debida, entre otros, al rector de la UCA  “tucho” Fernández, que como devolución, fuera inmediatamente arzobispeado por Bergoglio.

Tucho,  desde entonces divide su tiempo entre el rectorado  y esa suerte de hermandad de aduladores.

Por ejemplo en este momento, trata de revelarnos cual fue la razón por la que  recibió a Milagro Sala en audiencia privada.

Aunque nadie duda que la  mujer llevó adelante una tarea verdaderamente revolucionaria, o sea lo clásico, robó al estado durante años, y se hizo rica a costa del despojo, del uso  y  de la humillación de los más pobres, meritorias acciones sin duda, aunque sospechamos que insuficientes  para merecer una audiencia privada en el Vaticano

En su afán hermenéutico, Tucho, filoso como siempre, usa una frase que  apunta al nudo filosófico del problema: “no hay que mirarse el ombligo”, sólido enunciado del rector que además coincide con lo dicho antes por  Accaputo, es de esperar que ambos avancen y nos ilustren en detalle sobre la novedosa y apasionante metafísica  umbilical

Sobre el tema Sala se plantean dos interrogantes, uno tiene que ver con la ignorancia y ese es un sapo difícil de tragar, porque es sabido que el personaje estaba y está prolijamente informado de lo que sucede en el país, el otro interrogante no menos cierto que grave es que, aún sabiendo, accede  a enredarse en la  saga  de los originarios y de la “sanguinaria evangelización” americana que  desde el odio y la falsedad le propone Sala.

Pero Francisco va más allá, porque no le interesan la luces de situación que se encienden cuando está a punto de desbarrancar con sus opiniones; por eso ausente el sentido crítico, se entremete con la justicia que la está procesando y  le manda un segundo rosario, con un mensaje verbal  de preocupación por lo que le sucede.

Digamos con profundo dolor, que estas son, por otra parte, sus conductas habituales, y forman parte de las perplejidades, de la confusión a que nos tiene acostumbrados desde que arzobispeaba en Buenos Aires.

La lista de explicadores  es extensa, pero algunos nombres – Gustavo Vera,  Alicia Barrios, son tan poderosamente inverosímiles,  que solo una cabeza  ofuscada podría haberlos elegido como voceros del vaticano.

Cuentan algunos que el cura Fabián Báez no lucía las mejores notas cuando Bergoglio arzobispeaba por acá, sin embargo ni bien elegido, Francisco descubre en la plaza unos ojos ganosos de subirse al caballo del éxito y lo enanca sí, pero en el papamóvil. Ahí nomás Fabián, en tremenda voltereta, funda el club de aduladores o admiradores – bueno, algo parecido – de Francisco, con una salvedad, cada vez que sale a aclarar deja constancia que el Papa no necesita aclaradores.

Hace muy poco, en Bolivia donde se negó a recibir opositores, en cambio si recibió en sus manos,  esa sacrílega deformación de un crucifijo que le entregara Evo.

Ahí también les dedico un buen espacio a los representantes latinoamericanos del socialismo revolucionario…

En Cuba los disidentes, las tan acosadas damas de blanco, que reclamaban tenazmente unos minutos con el Papa, tampoco consiguieron una entrevista, dicen que todo ese tiempo misericordioso lo dedico a los Castro, que estaban ansiosos por recibir su bendición.

Al actual presidente no lo saludó – por cuestiones de protocolo según los aclaradores – y si, todos sabemos que ese, es un tema importante para Francisco.

Mientras, a la anterior presidente en poco tiempo la recibió cuantas veces quiso, la consigna que impuso en ese momento fue: “hay que cuidar a Cristina” delicias de Francisco.

Hoy recibió a la comitiva argentina con el  mismo semblante  agrio que invariablemente paseo por el país mientras arzobispeaba. Lo había cambiado por una amplia y permanente  sonrisa los últimos tres años de vaticano, pero hoy reapareció el otro, así que tal vez nunca sepamos cual es el verdadero  el que  ríe o el ásperamente desagradable  de los anteriores 75 años.

Sorprendente actitud sin duda, por venir del mismo que, durante años, todos los meses se reunía a comer con Macri padre.

El personaje que en México derrapó fiero con un peregrino al que,  dos veces increpó gritándole: “!no seas egoísta! es el mismo que repite recen por mi, por mi, por mi…

Una hora y media (muy lejos de los 30´ protocolares) de sonriente entrevista dedicó a los Peces Rosados una organización socialista, recién creada a la que agradeció por llevarle “aire fresco al Vaticano”.

En las últimas horas el aclarador Poirier enfatiza que si bien todo lo anterior es cierto, es secundario, porque lo que vale es que Francisco recorre incansable  el mundo como un profeta.

En realidad un verdadero profeta recorre el mundo si, el asunto es para que lo recorre, el verdadero va  enseñando la verdad,  no busca seducir sino mostrar el camino, no pretende adular sino convertir, no busca glorias personales sino la gloria de Dios.

Ni que decir del pobre aclarador oficial, Lombardi, que más que vocero trabaja de bombero, saltando como loco  de un sitio a otro, pretendiendo apagar los repetitivos, los inextinguibles incendios papales.

No es otra cosa que la manera y lenguaje del populismo socialista y la vulgaridad que recaló en el vaticano, desde entonces, en Roma no se habla de terrorismo sino de violencia, no de la verdad sino del consenso, menos aún del orden y la justicia sino de la misericordia.

Encontramos en Chesterton a dos de sus personajes uno ateo y un creyente que prontos a enfrentarse en duelo,  tropiezan con un pacifista; este  se espanta ante la idea del duelo, y trata de convencerlos para que pacten, para que arreglen, para que se amen, lo otro no vale la pena porque no hay verdades eternas..

Uno de los duelistas se da cuenta de la trampa y dice al otro: “Si abandonas juramentos y dogmas y los principios sólidos serás un ser indefinido; aprenderás también una filosofía turbia y falsa; te aficionarás a esa ciénaga de moral cobarde y rastrera, y vendrás a pensar que dar muerte es malo porque es violento, y no porque es injusto”.

Un mismo año del siglo XX  delimita,  de alguna manera, dos siluetas claramente opuestas de la historia contemporánea  En junio de 1936 moría Chesterton defensor de la fe y en diciembre de 1936 nacía Jorge  Bergoglio.

De todos modos,  no es excesivo sostener  que en la Iglesia  a lo largo de más de dos mil  años, peores cosas pasaron que no pudieron destruirla; también pasarán estas.

Dr Miguel De Lorenzo 

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